Este texto fue escrito por unos compañeros estudiantes de la U de Chile, y consideramos que aporta datos y análisis sobre los problemas de corte laboral, social y ambiental generados por la industria salmonera en el sur del país.
La industria salmonera en Chile se ha instalado principalmente en la Región de Los Lagos, ocasionando grandes transformaciones en la estructura poblacional y socioeconómica, en las formas culturales que allí se desenvolvían y en el sistema de trabajo que organizaba la vida en aquella región (Canales, 2006).
Las salmoneras provocaron la asalarización de los trabajadores de la zona, el cual es un cambio significativo si consideramos que el trabajo tradicional de la zona era independiente y comunitario. El trabajo asalariado propició la división del trabajo (Canales, 2006).
Las salmoneras, a mediados de los ’90, se transformaron en la principal fuente de trabajo de la zona, lo cual atrajo un importantísimo movimiento de migración hacia la región. Esto tuvo un fuerte impacto sobre el pueblo, aumentando los problemas sociales, ligados a la calidad de vida de sus pobladores, ya que no estaba preparado para un crecimiento de tal magnitud. Hacían falta todos los servicios básicos. Fue necesaria la urbanización de la zona. El pueblo pasó a ser una ciudad-puerto industrializada y conectada al mundo mediante las comunicaciones (Canales, 2006).
Con este proceso urbanizador y de globalización, producto de la invasión de las salmoneras, ha penetrado el consumismo y el individualismo, tendencias contrarias a la vida tradicional de la región, la cual se caracterizaba por festividades populares y el trabajo comunitario. Estos cambios se deben a la implantación de una cultura industrial, con disciplinas de horarios y compromisos contractuales (Muñoz, 2004 en Canales, 2006). Sin embargo, algunos aún se resisten al cambio e intentan mantener su cultura dentro de la nueva estructura social, especialmente las comunidades huilliches y en las fábricas. (Canales, 2006).
El trabajo en las salmoneras ha generado, además, múltiples enfermedades a los operarios, y muchas de ellas son enfermedades articulares. El problema es que sólo recientemente este tipo de enfermedades han sido reconocidas como enfermedades laborales. Son demasiados los trabajadores cesantes y lisiados obligados a costearse los gastos de los males provocados por el trabajo repetitivo, ya que, hasta el año 2006 ni la Asociación Chilena de Seguridad, ni las empresas se hacían cargo de esta situación (Canales, 2006). En una investigación en industrias pesqueras, llamó la atención durante las evaluaciones, el riguroso control del tiempo que el personal ocupaba en ir al baño, indicando que las empresas no están informadas de las consecuencias fisiológicas de trabajar en un ambiente frío. Bajo tales condiciones puede disminuir la sudoración y aumentar las necesidades de orinar. Antecedentes demuestran que la retención de orina aumenta el riesgo de infecciones urinarias (Carrasco, Echeverría, Riquelme, Vega, 2000). Además, hay constantes accidentes. En los cultivos marinos el 36% de los accidentes son por sobresfuerzo, 20% se deben a golpes por o contra objetos y el 15% a caídas del mismo nivel (Canales, 2006; Carrasco, Echeverría, Riquelme, Vega, 2000). La tasa de accidentabilidad segúnr la Asociación Chilena de Seguridad (A.CH.S) y el Instituto de Seguridad del Trabajo (I.S.T) durante los años 1995 a 200, tiene un nivel superior al 20% de accidentados al año (Carrasco, Echeverría, Riquelme, Vega, 2000).
En general, las condiciones laborales se han precarizado aún más durante los últimos años, a través de la externalización de servicios, de la automatización y la temporalidad del trabajo. Sumados al crecimiento poblacional explosivo y expansivo ocurrido en la zona, el nivel de los salarios ha disminuido con los años y no representan el trabajo que se hace y los riesgos a la salud que implica (Canales, 2006).Respecto a la externalización de servicios o subcontratación (Canales, 2006), se ha visto que se ha extendido a la mayoría de las distintas líneas de producción. La subcontratación, según Canales (2006) genera alta inestabilidad en los empleos; imposibilita cualquier forma de agrupación sindical, ya que para pertenecer a un sindicato es necesario llevar como mínimo 1 año en la empresa; potencia la competencia interna y la presión laboral entre los trabajadores; entre otros. Esto significa que los empleados subcontratados no tienen seguridad social ni laboral, no tienen derechos, lo que aumenta la relevancia de estudiar esta situación en profundidad y tomar medidas drásticas al respecto, ya que la subcontratación favorece a los empresarios, pero, condena a muchos trabajadores a soportar condiciones laborales precarias, aún peores que las de sus pares no subcontratados. La directora de la institución fiscalizadora, declara que un 34% de las compañías no estaban cumpliendo los aspectos vinculados a la protección de los trabajadores (Canales, 2006).La salmonicultura aumentó los niveles de pobreza, que según Canales (2006), se debe a que la industria salmonera reemplazó la forma de trabajo independiente por un sistema de trabajo que explotador, estresante, mal retribuido y que lesiona física y psicológicamente a los trabajadores; contaminó los recursos marinos contribuyendo al agotamiento de los bancos naturales, limitando social y económicamente a los pescadores e indígenas que, todavía, viven de la extracción; generó una “salmodependencia”, ya que, entre el 80 y 90% de la población de la Región de los Lagos trabaja directa o indirectamente en la industria salmonera, llegando en el 2000 a tener 24.800 personas ocupadas, triplicando el empleo directo. Sin embargo, la calidad de las condiciones laborales no se ha desarrollado a la par del crecimiento económico, urgiendo una pronta mejoría (Carrasco, Echeverría, Riquelme, Vega, 2000).
Otros factores que señala Canales (2006) son el sistema educacional que se orienta, en su mayoría, al sector pesquero, lo que no permite otra alternativa laboral en la zona. También penetró la delincuencia en la zona, lo que ha vuelto a la gente más desconfiada, menos hospitalaria y más individualista.
Como consecuencia de la degradada situación ambiental y de las condiciones laborales precarias que otorga la industria y del rol que ha asumido el Estado en este proceso, ha surgido un fuerte movimiento social por parte de organizaciones sindicales de pescadores artesanales y trabajadores del salmón, de organizaciones medioambientalistas y de comunidades indígenas (Canales, 2006).
Respecto al movimiento pesquero artesanal, cabe destacar que se organizan a través de la CONAPACH, de la FEDESUR y mediante distintos sindicatos, federaciones y corporaciones. Están fuertemente politizados, y son los más violentos a la hora de hacer valer sus derechos. Los principales conflictos que este movimiento pretende enfrenar son la ocupación, expropiación y contaminación de los espacios marinos por parte de la industria salmonera, ya que ésta utiliza grandes centros de cultivo privados, un sistema de alimentación excesivamente depredador, contamina los recursos, propaga enfermedades a la fauna local, provoca la extinción de las especies. Todo esto desemboca en que se les han quitado el espacio marítimo a los pescadores artesanales (Canales, 2006).
Otra fuerza social importante, es el movimiento sindical salmonero, debido a la problemática laboral consistente, principalmente, en la mala calidad del trabajo y de vida que genera la industria (Canales, 2006). Los trabajadores del sector pesquero han conformado cuatro federaciones a escala nacional, regional y local. Sin embargo, la participación sindical sigue siendo baja, ya que, hay miedo a perder el empleo y a las reacciones violentas hacia sus acciones de lucha. Las demandas de los sindicatos afectan tanto a los empresarios salmoneros como al sistema gubernamental, que fomenta y protege la industria salmonera –es decir, a los empresarios– mediante sus leyes, en desmedro de los pescadores artesanales, de los trabajadores y del medioambiente (Canales, 2006).
Según Barrera (1999), el mundo moderno ha sido injusto con la sociedad rural, como la de la Región de los Lagos, porque ha instalado la idea de la incapacidad de sus habitantes para direccional su propio desarrollo. Se tiende a considerar que su cultura forma parte del pasado que ha sido superado por la modernidad (Barrera y Muñoz, 1999, en Barrera, 1999). En este proceso modernizador existe una importante tensión, porque por un lado existe una necesidad de empleo resuelta o satisfecha por las salmoneras que choca con la certeza por parte de la comunidad de los daños ambientales y las pésimas condiciones laborales ofrecidas por éstas (Badilla, 2006). Se hace necesario entonces un análisis más profundo, que no se quede en los datos economicistas, sino que también se evalúe la calidad de vida de una comunidad y sus miembros (Badilla, 2006).
Hasta el momento, es la psicología comunitaria la que da cuenta e incorpora, tanto en el estudio como en la praxis, las diferencias culturales y contextuales de las comunidades locales, ya que las propias comunidades son portadoras de un enorme conocimiento, útil a la hora de intervenir o trabajar con ellas (Badilla, 2006).
Montero (1982) explica que la psicología comunitaria trabaja con las comunidades mediante un modelo opuesto al médico, realizando el estudio a partir de los aspectos positivos y de los propios recursos de esas comunidades, centrando la acción, el desarrollo y fortalecimiento, en estos elementos. Cuando las comunidades y sus miembros son vistos como actores sociales, se comprende su real importancia como constructores de su realidad, observando que ellos pueden ejercer poder y control sobre las circunstancias, adquiriendo relevancia su capacidad de transformación social (Montero, 1982).
Por otra parte, la transformación social, no se trata sólo de cambios señalados desde afuera a la comunidad, sino que también desde la propia comunidad. Los lineamientos que direccionan la transformación se generan desde la propia comunidad, desde sus aspiraciones, deseos y necesidades (Montero, 1982).
Entonces. surge la pregunta por cómo se estructura el discurso sobre comunidad en los salmoneros que luchan y se organizan. Saber si se organizan en torno a una comunidad perdida, pero recuperable, o una comunidad que aún no es y que es necesario construir, nos permitiría conocer si la forma de agruparse de los trabajadores salmoneras, se basa (o intenta basarse) en relaciones sociales mecánicas u orgánicas, es decir, si sólo se trata de un ideal normativo o si se trata más bien de un proceso comunicativo y público (Delgado, 2005; Delanty, 2006). Desde Durkheim (1893, en Delgado, 2005), se puede decir que la forma social destruida por la industria salmonera, era una sociedad basada en una solidaridad mecánica, directa, que no excluía a los diferentes actores sociales de la zona, caracterizada por una independencia respecto a su modo de autoorganizarse, de autogestionarse. En cambio, con la llegada de la división del trabajo, toda organización comenzó a depender de las salmoneras, apareciendo los sindicatos como un modo de agrupación orgánica, racional, diferenciada. Sin embargo, el asunto es más complejo, si observamos el efecto de la tradición, ya que estaríamos hablando de una anterior comunidad tönniesiana y una actual colectividad, contradiciéndose con una mirada desde la organicidad o no organicidad (Delgado, 2005).
Para responder la cuestión anterior, es importante ver cuales son las estrategias de acción que los trabajadores salmoneros sindicalizados ocupan para construir organización. Saber si incluyen a otros actores sociales, como a los pobladores, saber si se fortalecen lazos sociales más allá del lugar del trabajo y de las demandas laborales, etc. En necesario saber como se organizan, tanto para responder el tema del discurso de comunidad que construyen, como para sintetizar experiencias de lucha popular que puedan ser mejoradas y difundidas entre otros sectores explotados y marginados.También, cobra real importancia, conocer a través de qué factores, la industria salmonera ha afectado el sistema comunitario anterior a su llegada. Analizar cómo ha sido transformada la vivencia de comunidad, por los procesos de asalarización y urbanización, la estratificación del trabajo producto de la externalización, la precariedad laboral, el advenimiento del consumismo y el individualismo, las prácticas antisindicales de las empresas y el Estado, etc.,. Esto nos permite estudiar cómo las relaciones capitalistas en el trabajo operan en desmedro de las clases y grupos sociales más pobres, en beneficio de una de las industrias que más ha crecido en los últimos años en Chile.
Rabindranath Riquelme Lafourcade
Felipe Grez Moreno
Mauricio Mardones Silva
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