Documento comisión sindical VII ELAOPA
Desde la globalización capitalista y la implementación de las políticas neoliberales, los pueblos latinoamericanos han sufrido los efectos de la apertura comercial, de las privatizaciones y de la desregulación laboral. Estas transformaciones redefinen los mecanismos de organización en la vida productiva de modo estructural. En la actual coyuntura la crisis financiera estadounidense con su repercusión global afecta todavía más el trabajo y la vida en general. La socialización de los perjuicios y la privatización de las ganancias, por medio de la trampa de la banca y sus auxiliares es el orden vigente.
Como una de las primeras medidas adoptadas por la ofensiva neoliberal, tuvimos las privatizaciones de sectores estratégicos como el agua, fuentes de energía, minerales y comunicaciones, por ejemplo, llevando a la desocupación y rompiendo las relaciones de estabilidad del trabajador. Otras medidas que se siguen en algunos países del continente, desde los ’90, son las reformas de la legislación laboral en la cual se incluyen la flexibilización de los vínculos laborales, cambios de los criterios de negociación con los patrones, la prohibición y restricción del derecho a la huelga y cambios en los modos de organización sindical. Estas medidas dictadas por el neoliberalismo llevan a la creciente precarización de los trabajadores y su atomización, a la fragmentación de la unidad y capacidad de enfrentamiento con los patrones.
Las reformas neoliberales se materializan en el continente, por medio de las privatizaciones y la apertura al capital de las empresas estatales, por lo tanto públicas; de las reformas de la seguridad social y jurídica en cuanto a los derechos de los trabajadores y su organización sindical. Generan precarización laboral y de sus relaciones, exigiendo mayor productividad y menores sueldos. Además, ellas favorecen directamente al patrón con la sistemática reducción impositiva de sus aportes y la reducción o exoneración de impuestos, tanto sobre ganancias como sobre las grandes emprendimientos empresariales nacionales y transnacionales, por ejemplo: la industria de celulosa, metalúrgica, automovilística, zonas francas, etc.
La pérdida de derechos de los trabajadores es un tema continuamente presente en la agenda de los gobiernos latinoamericanos, los cuales buscan progresivamente mayor “competitividad productiva y comercial”. Estas medidas son influenciadas fundamentalmente por el FMI y Banco Mundial, estos con sus metas para los países del sur.
La retirada brutal de los derechos históricamente conquistados por la lucha organizada en este continente, se da en un momento histórico en que el sistema de dominación política opera dentro de las clases oprimidas la destrucción de la cultura de unidad, solidaridad y combatividad de los trabajadores organizados. Opera en ambiente casi pasivo, habiendo luchas de resistencia muy localizadas y puntuales.
En el caso de Argentina vemos que las centrales sindicales, la CGT que nuclea a la mayoría de los trabajadores de casi todas las ramas privadas, comportándose como patota sindical burócrata, perpetuando el poder junto al gobierno de los empresarios; y la CTA con una dirección burócrata, nucleando en su mayoría a trabajadores estatales, mostrándose combativa en algunas de sus organizaciones de base.
En los últimos años, después de 2001 hemos visto varios conflictos perdidos, militarización en las calles y represión a los trabajadores tratando de aplastar a las comisiones internas de base; o como en el caso de FATE, donde los compañeros echaron a la burocracia y con democracia de base y acción directa ganaron un conflicto salarial en 2007, conquistaron el cuerpo de delegados y la seccional, pero no pudieron contrarrestar los despidos en 2008, igualmente siguen manteniendo la seccional y no pudieron quebrar al cuerpo de delgados.
Como contrapunto de esto hemos visto a los trabajadores del Subte que han ganado varios conflictos; y varias empresas recuperadas produciendo bajo gestión obrera como Zanón y Bauen, y otras que están empezando a producir como Indugraf, Filobel, Disco de Oro, Envases del Plata. Nuestra solidaridad con todos estos compañeros.
En Chile, con sólo un 12% de la fuerza laboral sindicalizada (8% en la CUT, central amarilla subordinada al gobierno), la situación de los trabajadores está marcada por la fragmentación y una normativa legal que limita las luchas reivindicativas.
A pesar de ello, en los últimos años hemos visto que distintos sectores, especialmente algunos estratégicos de la economía nacional como los subcontratistas del cobre, los forestales y temporeros agrícolas, se han movilizado por mejorar sus condiciones de trabajo, enfrentando la subcontratación, la precariedad y bajos salarios.
Al mismo tiempo, pequeños agrupamientos clasistas y combativos, actualmente, comienzan a proponerse levantar alternativas para nuestra clase.
Hoy en Brasil, la desregulación y precarización siguen ganando fuerza sobre la vida de los trabajadores y oprimidos. Las reformas del Estado permiten la flexibilización laboral, con pérdida de derechos conquistados por la lucha obrera, así como la brutalidad que aterroriza a los pobres bajo la política de criminalización de la pobreza y de la protesta social. A su vez, los sindicatos y su burocracia no dan respuestas a los trabajadores y aún menos frente a los patrones. El movimiento sindical y las centrales encaran la actual crisis y la trampa patronal que amenaza con la desocupación, con pasividad y complicidad, aceptando la reducción de la jornada con reducción de sueldos y aún más precarización. Por lo tanto, reproducen las prácticas que constituyen una cultura de pasividad, de internalización de la burocracia sindical, del individualismo.
En el caso de Uruguay, donde existe una única organización nucleadora de los trabajadores, el PITCNT, que es fruto de la unión de sindicatos y corrientes político- sindicales, atraviesa hoy un proceso de centralización en la toma de decisiones y de burocratización a diferentes niveles.
Se verifica un abandono creciente de la independencia de clase, manifestado últimamente en la declaración emanada del Secretariado Ejecutivo del PITCNT a favor de participar en la campaña electoral a favor del partido de gobierno.
Este acto, que contradice la rica tradición de independencia de clase del sindicalismo uruguayo no debe pasarse por alto por el efecto altamente nocivo que tiene para el desarrollo de las fuerzas independientes de los trabajadores, dando la idea de que la problemática del peso y de los derechos de los oprimidos, está en escenarios ajenos a sus fuerzas, desviando las expectativas del movimiento sindical hacia dinámicas ajenas a él debilitando el desarrollo y la confianza en sus propias fuerzas.
De más está agregar que son posiciones que dividen a la clase, dado que hay una variedad de opciones electorales de voto que no deben incidir debilitando y dividiendo la interna de los trabajadores.
Por ello, el VII ELAOPA rechaza dicha declaración que coloca al sindicalismo uruguayo como furgón de cola del sistema político y lo subordina a los vaivenes electorales, enterrando el desarrollo de la clase, de su camino y perspectivas propias.
Más allá de esto, debemos señalar las importantes luchas llevadas a cabo en el 2008 por diferentes sindicatos y el envío masivo de trabajadores al seguro de paro con el pretexto de la crisis.
En otros países latinoamericanos vemos la relevancia de la lucha sindical. En Oaxaca, México, la lucha de los docentes desató un fuerte proceso de organización y movilización popular que se mantiene a pesar de
La solidaridad de clase, la democracia de base, la combatividad y el clasismo, pasan a sonar como si fueran cosas de un pasado que no volverá.
Entendemos que los trabajadores de todo el mundo cambiaron, cambios esos operados por el sistema de dominación, opresión y explotación capitalista. Frente a esto, a ese “nuevo” hombre, necesitamos construir una nueva cultura, que plantee para el movimiento sindical la organización de distintos sectores, con una perspectiva de resistencia, pero también de construcción de PODER POPULAR. Aún esos cambios en términos sindicales, otros modos de desregulación son instrumentados por las propias empresas, sin injerencia por parte de los Estados, pero con carácter de ley, como si fuera un “código de conducta”.
Uno de los reflejos de la desregulación es el crecimiento de sectores informales e irregulares, los cuales muchas veces tienen relación íntima con las actividades formales, aunque no puedan ser considerados como trabajadores regulares debido a la brutal precarización de sus relaciones y condiciones de trabajo, como por ejemplo los cartoneros y tercerizados.
En Latinoamérica y el Caribe la informalidad ocupaba en 2007 un 54% de los puestos de trabajo en las áreas urbanas. La previsión es que en 2009, 2.500.000 puestos sean excluidos en esta área.
Teniendo en cuenta la extensión de la reestructuración capitalista y su crisis en el continente, sumado a la ruptura de cultura y tradiciones favorables al sindicalismo combativo y clasista, tenemos hoy la debilidad progresiva de los sindicatos y sus respectivas centrales sindicales. Junto a esto, la parcela más significativa de los sindicatos, aún bien estructurados, están en sectores de trabajadores del Estado, representan la mayoría de las entidades en las centrales sindicales, aunque no representan la mayoría de los trabajadores y todavía menos sus distintas realidades.
Sin embargo, las condiciones en las cuales se inscribe el sindicalismo hoy, son radicalmente distintas de cuando predominaba el trabajo formal y aún sí constituía una identidad de clase de los trabajadores, con niveles de fragmentación infinitamente menores que los actuales.
Es necesario, por todo esto, que el movimiento sindical haga un análisis crítico de sus prácticas, también responsables por la debilidad del sindicalismo actual.
En distintos casos, la íntima relación entre sindicalismo y gobiernos fue y sigue siendo uno de los factores que permiten la atomización y la consecuente pérdida de los derechos, históricamente conquistados, con la pasividad de muchos dirigentes sindicales vinculados a los proyectos de poder no originados de sus bases sociales.
Inscribir el sindicalismo en una estrategia de PODER POPULAR, significa un conjunto de prácticas que generan y forman parte de él. Estas prácticas configuran, aliadas con un discurso y programa adecuados para su tiempo, a largo plazo, una cultura de clase. Esta cultura es la identidad que se contrapone a la cultura dominante y posibilita la construcción de un proyecto de PODER POPULAR. La independencia de clase (de los gobiernos, de los partidos políticos y de los patrones) es parte fundamental de estas prácticas.
Es claro que toda política sindical que pretenda ser de masas deberá partir de atender los problemas reivindicativos y ofrecer alternativas para la concreción de los mismos y para ello, es insustituible la participación, el protagonismo de las bases. De allí que consideremos que la forma de acumulación principal para el sector, en esta etapa, son la organización en el lugar de trabajo y agrupaciones gremiales. Por agrupaciones entendemos organismos estables, estructurados, que desarrollen una acción permanente, tratando de influir sobre las orientaciones del gremio. Pensamos que en las agrupaciones hay que proceder con amplitud, sin sectarismos, pero sobre la base de posiciones claras y definidas en base a nuestros principios.
Orientar hacia la menor o ninguna mediación del Estado en los conflictos concretos para el desarrollo de las organizaciones que busquen solucionar conflictos económicos y sociales, con el objetivo de impedir la intervención del Estado en las entidades y en la vida social de los trabajadores. Que estas organizaciones trabajen para la permanencia y vinculación de los trabajadores a la lucha, trascendiendo así, una práctica sindical que exista exclusivamente en los momentos de movilización por mejores sueldos.
Tener el reflejo de manejar democráticamente la información y toda la vida sindical, herramienta que agrega para la lucha social y política. La conformación de la cultura de clase no ocurre sólo en el ambiente laboral, existen espacios de la vida cotidiana que tienen un peso fundamental en esta construcción. De este modo, debemos reconocer la existencia y la importancia de las organizaciones populares y la necesidad de coordinarlas y trabajar conjuntamente.
La práctica y la generación del PODER POPULAR, implican que el sindicalismo se reconozca como una parte de la amplitud que la clase trabajadora tiene. El caminar en conjunto de los sectores de las clases oprimidas es fundamental en una estrategia de PODER POPULAR. De esta forma los sindicatos deben poner a disposición, solidariamente, su estructura sindical también para el desarrollo de otras organizaciones sociales.
EJES DE TRABAJO PARA EL AÑO
- Realizar actividades conmemorativas del 8de marzo y del 1º de Mayo en los lugares de trabajo, o sumar esfuerzos a las actividades que ya se realizan; rescatando el contenido histórico y de lucha de estas fechas.
- Tener el tema celulosa- forestación como permanente por sus implicancias regionales.
- Tomar como ejes para el desarrollo de la actividad sindical los temas de seguridad social, leyes de seguro de desempleo, la problemática de salud laboral, seguridad e higiene en el trabajo. También la reducción de la jornada laboral sin reducción rebaja salarial y reparto social de la riqueza deben ser puestos en el tapete como forma de afrontar la crisis económica mundial que vivimos y que golpea a los trabajadores.
- En el mismo sentido, reivindicar y apoyar las experiencias de autogestión obrera que se realizan en Argentina y apostar por ellas como forma de salida a la crisis y embates patronales, teniendo en cuenta que la autogestión y el control obrero de la producción forman parte de nuestro horizonte, de la sociedad a la que aspiramos y queremos construir.
- Nos parece imprescindible la unificación de los conflictos y el apoyo solidario a los mismos, incluyendo la solidaridad regional que potencia la lucha de los trabajadores y la confianza en sus propias fuerzas.
- Desarrollar en la medida de nuestras fuerzas en cada país, escuelas de formación sindical. Del mismo modo, a través de la página del ELAOPA nutrirnos e intercambiar materiales que apunten a la formación política de los compañeros para el desarrollo de la tarea sindical.
- Para esta tarea y la de intercambio fluido de información de las luchas y tareas desarrolladas, debemos establecer una mínima coordinación con responsables por país para mantener sistemáticamente dicho intercambio.
- Creemos importante para el desarrollo del ELAOPA como herramienta, desarrollar en cada país reuniones periódicas al año de todas las organizaciones participantes del Encuentro y de aquellas que manifiesten voluntad de participar.
Por último, declaramos nuestro total rechazo a la masacre que se realiza sobre el pueblo palestino. Exigimos a su vez, la aparición con vida del compañero Julio López y el esclarecimiento de todo lo sucedido. ¿Dónde queda la política de DDHH de estos gobiernos progresistas?
Exigimos el desprocesamiento de todos los luchadores sociales y la liberación de los compañeros presos. Simbolizamos dicho reclamo en los compañeros de Simeca, petroleros de Las Heras y Adeom.
Exigimos que se le reconozca la personería gremial a los sindicatos de Simeca y del Subte. Todo nuestro apoyo en esa lucha que es por ganar espacios para los trabajadores y no para la burocracia.
Finalmente, recordamos y reivindicamos a compañeros como los obreros protagonistas de
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