Situación agraria y desafíos sindicales.
La década de los 70 fue un periodo de retroceso generalizado de las políticas de redistribución de las tierras y olvido de los campesinos. La expansión en América Latina de regimenes militares autoritarios y la dominación en el plano ideológico de las ideas neoliberales que comenzaba a producirse, fueron conduciendo desde el punto de vista del desarrollo agrícola y del desarrollo nacional, a poner el acento en la modernización capitalista; en el rol del mercado como el mejor asignador de recursos; en la apertura de las fronteras al consumo exterior de productos agrícolas de los países desarrollados; en la adaptación de las estructuras productivas a la demanda del mercado mundial y la búsqueda del desarrollo de las exportaciones para hacer frente al endeudamiento del Estado. Las políticas de reforma agraria en los años 70 fueron prácticamente olvidadas y en muchos casos, la concentración de la tierra se acentuó fuertemente. Los diversos programas de “ajuste” de la economía para la mayoría de los países de la región, estimularon las exportaciones agrícolas con la esperanza que esto mejorara la situación de los trabajadores del campo.
Muy al contrario a esta idea, el impacto de las políticas económicas de las últimas dos décadas han sido desastrosa para las trabajadoras del campo y también para el medio ambiente.
El monocultivo, el uso agresivo de plaguicidas, la precarización del empleo y los bajos sueldos, dibujan un escenario bastante complejo para quienes habitamos las provincias del campo en esta franja de tierra.
Aun así las trabajadoras de Rengo como también de otras provincias, hemos comenzado un largo debate sobre la necesidad de organizarnos. Ya que en la región, como a lo largo de Chile, se encuentran las grandes empresas vinculadas a la agro-industria. Sabemos que este sector es de suma importancia para los conglomerados económicos que tienen su negocio en el rubro campestre. En este sentido el empeño social de dar vida a la organización de los temporeros, como también de todos los trabajadores agrícolas, se entienden en el marco de asenso de diversas luchas gremiales y populares en este último tiempo.
Situarse a la altura del activo social movilizado se nos presenta como un desafío claro y de largo aliento
Problemas de los trabajadores agrícolas: Perspectiva sindical y objetivos.
Uno de los problemas actuales con que nos encontramos la mayoría de las trabajadoras del campo y de la ciudad, es la incapacidad para poder negociar contratos colectivos con la empresa madre, ya que el artículo 305 del código del trabajo sanciona con la prohibición de este derecho a los trabajadores contratados para el desempeño de una obra o faena determinada.
En este sentido, la gran mayoría de las trabajadoras de temporada, al igual que los trabajadores de la construcción, se nos impide negociar colectivamente, al no poseer la facultad de conformar un sindicato de empresa. Ante tal situación, estamos empujados a organizarnos en sindicatos interempresa o de trabajadores eventuales y transitorios, pero que en la eventualidad no podemos negociar colectivamente, salvo si nuestro patrón este de acuerdo con dicho propósito (cosa bastante complicada).
Frente a esta situación, creemos necesario acumular fuerza para conquistar el derecho a la negociación colectiva reglada de los sindicato inter-empresa. Dicha conquista seria un real avance para los asalariados rurales de temporada, como también para el resto de la comunidad, que se encuentra en nuestra misma situación laboral.
Por otro lado tenemos que destacar que los trabajadores sujetos a este tipo de contrato nos encontramos al margen de otro derecho fundamental, como es el derecho a la indemnización por despido. El articulo 159 del “código piñera” en su aplicación, niega el pago de un desahucio e indemnización.
Es por esto que exigimos como medida transitoria:
-Pago al termino del contrato de un bono por termino de faenas o de cosecha de 2.5 días por mes trabajado.
-Creación de un sistema de previsión social, donde concurran los aportes del Estado y los empresarios y no a través de los descuento de nuestros sueldos.
En este sentido necesitamos un nuevo modelo de seguridad social, cuya finalidad sea dar cobertura y protección a las trabajadoras y trabajadores en sus contingencias sociales durante su vida activa laboral y después de ella, un sistema armónicamente integrado que asuma la invalidez, vejez y muerte. Pero sobre todo un proyecto fundado en las expectativas y deseos políticos de las grandes mayorías asalariadas de este país.
Varias son las demandas pendientes para las temporeras de Chile y de la región, pero aun así, hemos querido resaltar, tal vez, las dos reivindicaciones más urgentes para nosotras y para nuestra familia.
A modo de reflexión nos gustaría decir, que todo el cuadro social mencionado, demuestra que las políticas de reforma agraria, a pesar de haber sido en gran parte abandonas, tiene aún plena vigencia junto con otras medidas de desarrollo rural en chile, y en el resto del continente de nuestra América Morena.
Demandas de largo aliento, como la colectivización de las tierras, expropiación de las grandes industrias agropecuarias, sindicatos únicos nacionales, son necesidades emocionales y políticas, que en algún momento el activo popular debe plantearse y discutir abiertamente.
Crisis económica y su impacto en el campo.
Las trabajadoras del campo nos veremos afectadas duramente por la crisis económica, principalmente a que la mayor parte de las asalariadas del campo, nos encontramos trabajando para la gran industria del agro, ya sea en el campo o en los paking. Y serán estas industrias las que justamente se verán fuertemente impactadas por la resecion mundial, al concentrar sus ventas en los mercados internacionales.
La prensa oficial nos dice que la demanda mundial se contraerá enérgicamente este año y el otro, afectando a todas las economías que tienen un modelo económico dependiente del consumo de los países industrializados, como EE.UU., Japón, Alemania etc. Y por tal razón, Chile que dispone gran parte de su producción a los mercados internacionales, vera reducida sus ventas, por concepto de disminución de la demanda.
Tal situación obligará a las grandes empresas exportadoras, a disminuir su producción y los costos de esta, para proteger la rentabilidad de su empresa. Como efecto directo a esto, el empresariado cargara la crisis a los trabajadores, por medio del despido, restando algunos beneficios convenidos, disminuyendo los salarios etc..
La verdad de todo esto, es que la crisis va afectar aun más las condiciones de vida de los trabajadores, generando el entorno necesario para aumentar la jornada laboral, restringir los salarios, flexibilizar mas empleo etc.
Falta un tiempo para que comience el trabajo de temporada, y es ahí, cuando realmente nos demos cuenta de la situación por la que atraviesa el trabajo del campo. Añadiendo a esto el diagnostico económico que pronostica que la crisis va a profundizarse el segundo semestre de este año, justo con el inicio de la temporada
En este sentido, los trabajadores y trabajadoras del campo, nos comprométenos en sumar esfuerzos, en congregar voluntades, en tejer redes de cooperación y complicidad para lo que debe ser el despertar del gigante popular. Para que esta crisis no la paguemos los trabajadores pobres de Chile ni nuestra de nuestra region.
Sin mas que decir, muchas gracias nuevamente por la invitación y esperamos con ansiedad encontrarnos próximamente…”
Temporeras de Rengo. Otoño 2009.
¡Arriba los y las que luchan!
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