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lunes, 5 de mayo de 2008

A los trabajadores de la construcción

Compañeros: los trabajadores de la construcción padecemos de muchas dificultades para organizarnos. Sobre todo cuando se trata de negociarle a los patrones (de la empresa madre o contratistas), una parte de la ganancia que generamos con nuestro sudor todos los días, por largas jornadas, obligados a hacer horas extras para cubrir nuestras necesidades.

En gran parte, esto sucede por el tipo de trabajo que realizamos, el cual es muy precario e inestable, al igual que el de muchos trabajadores. Nos cambiamos constantemente de faena, lo que nos hace difícil echar lazos con otros trabajadores de una misma obra, la mayoría sujetos al látigo de los contratistas, y, por lo mismo, divididos en lo que se refiere a quien nos contrata.

Esto último, genera un mal sufrido por la mayoría de los trabajadores de Chile y que lleva por nombre el no poder negociar realmente nuestra fuerza de trabajo, o sea, el sudor con el que hacemos ricos a los jefes. Por consiguiente, jugamos al empate, haciendo “tratos” que no nos convienen, lo que genera que no nos paguen como corresponde (ya seamos maestros, ayudantes, jornales, etc).

En cada obra, en cada faena, salen a la luz nuestras demandas. Sobre seguridad, sobre la incomodidad en la que debemos vestirnos, bañarnos o hasta hacer nuestras necesidades. Sobre los contratos por faena. Sobre abusos de todo tipo de parte de los jefes, pero sobre todo por nuestros salarios, los cuales han bajado considerablemente ahora que todo está más caro.

Pero no siempre fue así nuestra pega. Antiguamente los trabajadores de la contru (desde nuestros abuelos hasta nosotros) hemos logrado, a través de la lucha y la organización, conquistar grandes cosas que nos fueron arrebatas por los patrones. Agrupados en organizaciones nacionales, fuertes, combativas, logramos la reducción de la jornada laboral, incluso hasta la abolición del “trato”. Pero sobre todo fuimos capaces de fijar un tarifado nacional por oficio, estableciendo el precio mínimo que se debía pagar a cada obrero, de acuerdo a su oficio. Nada de diferencias entre una empresa a otra. Todos por igual y con sueldos altos.

Ahora, que las vacas se pones flacas, que todo es cada vez más caro, que sufrimos cada vez más abusos, es preciso volver a golpear la mesa. Con una sola organización que haga temblar a los negreros, aunque se disfracen de amigos. Necesitamos recuperar nuestras fuerzas, perderle el miedo a la pelea firme y decidirse a comenzar la batalla, que nos libre de tanta miseria, de andar mendigando un aumento… y por ese camino recuperar todo lo que nos han robado.

¡no más contratistas, que solo nos chupan la sangre! ¡no más precariedad en el trabajo! ¡no más contrato por faena! ¡por un tarifado nacional por oficios! ¡por la lucha y la organización de los obreros de la construcción!

¡Arriba los que luchan!

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