¡A forjar la unidad de la clase trabajadora!
Este 1º de mayo hay varias cuestiones que reflexionar. A la fecha, las consecuencias de la crisis internacional se han sentido entre nuestro pueblo. Los fondos de pensiones siguen anotando pérdidas millonarias; los salarios siguen congelados o en franca disminución; la tasa de desempleo, lejos de las cifras oficiales, bordea el millón de personas, y para colmo, vemos cómo los grandes empresarios farmacéuticos hacen pública la colusión de sus negocios, con total impunidad.
En términos técnicos, el panorama económico nacional no ha evolucionado favorablemente, según las propias cifras del gobierno. Producto de una serie de factores (entre ellos la caída en el precio del cobre), el índice mensual de actividad económica (IMACEC) de febrero fue de -3,9%. Las exportaciones han caído un 44% y las importaciones un 33,1%, en comparación a la misma fecha del 2008. Esto quiere decir, que la economía se contrae, que deja de crecer, considerando las limitaciones del modelo primario exportador de Chile.
Para contrarrestar este escenario, el gobierno lanzó su plan de estímulo fiscal para ayudar a la patronal de los sectores estratégicos de la economía, así como al empresariado de la construcción y el comercio, inyectando la suma de 4.000 millones de dólares, los cuales han sido costeados básicamente por el impuesto que nos cobran a los trabajadores (IVA) y los excedentes del cobre obtenidos hasta el momento. Estos hechos, dejan de manifiesto el marcado carácter de clase del gobierno, al subsidiar a los empresarios a costa de nuestro trabajo. Queda en evidencia, por tanto, que la finalidad política del “gasto público”, no va orientada a subsanar los efectos de esta crisis en los trabajadores, sino que en ayuda de los negocios de la burguesía nacional y extranjera, entregando pequeñas migajas a nuestras familias (como el bono de 40.000 pesos).
Como podemos darnos cuenta, la capacidad de respuesta contra estos abusos ha sido casi nula. En términos concretos el movimiento social (aunque comienza su paulatino rearme), se ha visto sobrepasado por los acontecimientos.
Si, se han planteado demandas que a la primera parecen bastante progresistas, pero no nos veamos la suerte entre gitanos. Es un secreto a voces que
Como libertarios, sostenemos la necesidad de que estas propuestas se canalicen por un proceso amplio de elaboración de una política sindical que de respuestas claras y resueltas a las actuales contradicciones sociales. Para eso se precisa la voluntad generosa y decidida de aquellas agrupaciones sindicales que, estando dentro o fuera de
El horizonte y las coordenadas básicas por donde deben guiarse estos empeños, ya lo han expuesto las últimas movilizaciones obreras. Donde la legalidad nos ha puesto barreras, reglando el poder negociador de nuestra fuerza de trabajo, es preciso superarla recomponiéndonos en organizaciones nacionales, únicas y por rama productiva. En este panorama de cesantía y de estancamiento de salarios, es preciso negociar tarifados únicos a nivel nacional, superando con la acción directa todas las leyes que nos lo niegan, y repartir las horas de trabajo entre los trabajadores ocupados y desocupados, evidentemente, sin disminución de salarios.
Estas son necesidades que se nos presentan inmediatas, pero solicitan que para ello pongamos el hombro, que aumentemos la constancia, el esfuerzo y la pasión por la reorganización de los trabajadores chilenos y mapuche, acumulando fuerzas en torno a un programa claro, para que el día de mañana nos propongamos, al igual como lo hicieron en el pasado Clotario Blest y Ernesto Miranda, la posibilidad cierta y efectiva de una sociedad sin clases y sin Estado.
¡Reorganicemos las fuerzas de la clase trabajadora y los sectores populares, unidos en una plataforma clasista, libertaria y combativa, construida desde la base, para avanzar en la conquista del socialismo y la libertad!
¡Arriba los que luchan!
Atte, La Batalla de los trabajadores
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